Publicada en 1978 la autora narra de forma epistolar la vida de su abuela homónima, nacida a finales del s. XIX y que vivió hasta finales de los sesenta. Casada con apenas diecinueve años con Rob, su amor de juventud, gozó de una alta posición social gracias a sus inversiones e inteligencia. A pesar de su desahogo económico tuvo que sufrir duros reveses como una viudez prematura y la muerte de un hijo, lo que no le impidió seguir adelante rodeada de amigos y capeando todos los problemas con admirable optimismo y desparparjo. Aunque a veces el personaje resulte un poco metomentodo puesto que pretende arreglar la vida (y muerte) de todos los receptores de su (ficticia) e innumerable correspondencia, la lectura resulta amable y apta para todos los públicos por el dinamismo en la narración, por el saber hacer frente a las adversidades y por la pintura, a veces de modo un poco frívola, de la alta sociedad americana de los años 20. Termino con un consejo de la abuela a su nieta justo antes de que esta última contraiga matrimonio: “ Para que un matrimonio sea un éxito, cada uno de los esposos debe sentir entusiasmo por lo que hace el otro y no creerse amenazado por los intereses que no sean comunes. No empieces el tuyo negando lo que eres, porque si no, nunca llegarás a ser todo lo que puedes ser. No hay nada mejor en el mundo que la tierna presencia de una persona que cree lo mejor de ti […](p.309)»
El libro me gustó, aunque también me inquietaba ese exceso de control de las vidas ajenas que tenía la protagonista. Por lo demás, una lectura muy interesante.
Un abrazo
Ana: pues si quieres una mujer entrometida «en lugar seguro» de Stegnaer, el personaje de Charity lo es a la enésima potencia.
Pingback: PARA EL VERANO: LIBROS EN VEZ DE TV | LEO CUANTO PUEDO