Francie Nolan sueña con ser escritora y vive en Brooklyn en las primeras décadas del s.XX. Sus padres son bastante pobres: Johnny es hijo de irlandeses, alegre y divertido nunca puede encontrar un trabajo duradero a causa de su afición al alcohol; su madre, Katie, es trabajadora además de seria, gracias a ella la protagonista y su hermano Neely conseguirán acabar los estudios de primaria. A través de varias anécdotas y el hilo cronológico de su vida, se consigue una descripción amena de la vida de los hijos de la emigración en los años mencionados. Aparecen muchos personajes secundarios perfectamente perfilados con sus peculiaridades, como las tías maternas de Francie. Además, los protagonistas nunca se dejan vencer por amargura de la situación económica porque queda clarísimo que con determinación, trabajo y educación todo el mundo puede salir adelante y vencer todas las dificultades que se presenten porque siempre, como en los cuentos de hadas, aparece alguien bondadoso para resolver el problema. Si alguien se ha quedado con ganas Mañana puede ser un gran día es la continuación de la historia.
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