Que no, que no he vuelto a leer el mismo libro de Lobo Antunes (!Dios me libre!) es que la portada es idéntica y fue pintado por un artista sudafricano llamado Beer Kim en 1999. Tras la mirada de este hombre tan serio y reflexivo tenemos acceso a una novela extremadamente breve (53 páginas en la edición francesa) en la que un jurista refiere un caso con el que tuvo que lidiar. Un militante vasco solicita asilo político en Francia y se le deniega por razones legales. El título alude, según el autor, al camino que debe de haber desde todo caserío vasco al cementerio, asunto que una ignoraba puesto que es más bien urbanita . No está nada mal que un parisino le enseñe a una costumbres y el folklore de la tierra en la que ya lleva bastantes añitos. Por lo demás breve, condensado, con un vocabulario jurídico que se agradece por lo preciso y escueto.
EL CAMINO DE LOS DIFUNTOS, François Sureau (Periférica)
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