La señora Harris es la protagonista de otra historia, pero esta se puede leer independientemente. Esta señora de la limpieza londinense trabaja para varias familias adineradas y es apreciada por todos sus empleadores por su buen carácter y su eficacia profesional. Su amiga, la señora Butterfield, es una gran cocinera y también se mueve en los círculos aristocráticos británicos. En los tés que toman al llegar a casa, ambas comentan apenadas la situación del Henry, un niño de ocho años, acogido en una familia que lo maltrata. Sabiendo que su padre es norteamericano y habiendo recibido una oferta de trabajo allí, la señora Harris no duda en ponerse en marcha hacia la aventura. Lectura muy sencilla, muy previsible y muy amable que a veces llega a la edulcoración si no fuera por ciertos chispazos humorísticos que revelan las diferencias de clases sociales. Lectura sin sobresaltos para todos los públicos, a algunos les parecerá una maravilla de buenismo y el colmo de lo agradable y otros opinarán que es una solemne tontería además de previsible y ñoño. Personalmente, me ha resultado grato conocer al personaje y no descarto que haya momentos en la vida en los que se necesite una lectura tan plana y good -feeling como esta.
LA SEÑORA HARRIS EN NUEVA YORK, Paul Gallico, Alba (rara avis).
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