Un conde ruso, Aleksandr Rostov, sobrevive a la revolución de su país, pero es condenado a un «castigo» asombroso: a permanecer en el Metropol, el hotel más elegante de la ciudad, en arresto durante el resto de sus días. Como nuestro hombre ha leído mucho, está henchido de filosofía estoica y es un vividor, acepta su suerte con parsimonia y desde el año 1922 hasta 1958 vivimos sus peripecias en el hotel. La propuesta no deja de ser original desde el punto de vista narrativo: la historia de la primera parte del s.XX en Rusia narrada por un aristócrata desde un espacio cerrado. Lejos de ser aburrido, el hotel se presenta como un microcosmos de personajes y de situaciones, dando pie a amistades, odios , amoríos, tragedias y comedias. El conde Rostov debe abandonar su suite y hacerse con una habitación en un desván, que consigue amueblar con los vetustos artilugios de sus antepasados. Entre la gente que sale y entra del hotel transcurre su vida que nunca jamás será aburrida, rodeado de amigos y enemigos y fluyendo por la vida de un modo elegante. Aunque a veces el texto es un pelín lento me ha encantado sumergirme en estas páginas escritas por un norteamericano que emula a las clásicas novelas rusas. El final…no decepciona es, comme il faut.
¡Es mi actual lectura! Desde el principio me llamó la atención el estilo de otra época del lenguaje. Lo estoy leyendo en inglés y se nota mucho; no sé cómo se leerá en español. Por ahora me está gustando. Creo que es un libro para leer con tranquilidad y saborearlo.
Efectivamente…pena no tener paciencia para leerlo en el original.