A priori poco (o nada) me interesa a mí una familia de judíos polacos a principios del s. XX que pasan bastante miseria porque el padre que es rabino no encuentra colocación. Van de un domicilio a otro, la madre lánguida, Réisele, siempre enferma; el padre, Avrom Ber, estudiando la Torá; el hijo, Mijael, soñando con ser cualquier cosa menos erudito y la hija, Débora que se encarga de las tareas domésticas y odia con toda su alma la vida que le ha tocado en suerte. Según cuenta la introducción, podría estar basado en la vida de la propia autora. Lo impresionante no es la historia en sí, sino que te metes en los espacios, hueles la col hervida, te resbalas en los caminos helados, compartes la frustración de Débora y te indignas con la sociedad tan cerrada. Además, el punto de la protagonista es el justo para que no sea ni excesivamente lacrimógeno ni demasiado autocompasivo. Ejemplo de cómo un libro bien escrito puede apasionar sin que una tenga el mínimo interés sobre su contenido.
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