Houellebecq es considerado como l’enfant terrible de las letras francesas. Irreverente y fumador empedernido dice lo que le parece sin importarle lo más mínimo lo que ese piense de él. Este libro posee, aparentemente, un argumento: un ingeniero agrónomo de 46 años, Florent- Claude Labrouste va cayendo en una progresiva depresión. La excusa de este personaje sirve al escritor para hablar de todos los temas de actualidad que uno ve en el telediario francés: la lucha de los agricultores y sus batallas campales, la pederastia, el sistema educativo, la muerte asistida (o eutanasia),la precariedad laboral, el precio de la vivienda, el suicidio, la legalización de las armas, el consumismo, las absurdas limitaciones de velocidad en las carreteras y las no menos absurdas prohibiciones de fumar en todo lugar que no sea la casa de uno etc… Es como si el lector se sentara a charlar con el escritor y este fuera comentando, con prosa magistral, eso sí, todo lo que le pasa por la mente aunque sea todo lo impolíticamente correcto posible. Como no puede ser menos, hay varias escenas de sexo de alto voltaje, … pero todo es esperable con Houellebecq.
Tengo muchas ganas de leerlo. Gracias por la reseña.
Intenso y políticamente incorrecto