RIALTO 11 (Naufragio y pecios de una librería), Belén Rubiano (Asteroide)

9788417007751El inicio de la historia «Yo tenía una librería en Sevilla» ya nos anuncia tres cosas: que la autora es una gran lectora, que ya no tiene ese sueño y que nos va a contar el génesis, desarrollo y muerte de la librería. Estructurada en breves capítulos, que se pueden leer por orden cronológico o no, no cuenta cómo trabajó primero de empleada en una librería y luego, con todas las ganas y romanticismo del museo, puso su dinero (y el de su familia) y todas sus ilusiones, pero no la contabilidad , en montar una librería. Al tratarse de un negocio abierto permanentemente le pasa de todo: atracos, locos y pedigüeños que abusan de su buen corazón, gente que viene a pedir fotocopias o bonobuses, y también lectores fieles que aprecian su amor por los libros. Entre tanto altibajo, destellos en los que colabora con medios de comunicación para recomendar libros. Se lee muy bien porque el tono es algo humorístico y no se anda con tremendismos, aunque también con una punzada de culpabilidad, porque todos deberíamos comprar más libros. pero esto es España y en en estos tiempos se trata de un negocio ruinoso, si alguien quiere leer lo contrario que se acerque a Mi maravillosa librería, ahí verá que montar este tipo de negocio es fructífero en países germánicos.

Una apasionada de los libros como yo debería frecuentar más las librerías y gastarme parte del sueldo en ellas, pero no es así, de hecho me nutro en las muy bien abastecidas bibliotecas, es más, desde hace un par de años por motivos laborales tengo acceso a una que me permite hasta 40 libros por un año…mi sueño. ¿Merecería la pena comprar todo lo que leo? yo creo que no; y me faltaría espacio en mis estanterías para guardarlo. Es cierto que las librerías van cerrando y que es una pena pero siguen existiendo libreros, como J. de esta librería que acogió una de las tertulias a las que asisto con regularidad cuando la nuestra cerró, que no para de leer , que recomienda libros, que  se conoce a todos los autores y editoriales, que organiza actividades sin parar y que una vez me confesó que una de las cosa más difíciles que había hecho era ir a un instituto a hablar con los adolescentes sobre el amor a los libros… y ahí los tenía un viernes por la tarde en su librería porque les había prometido que si le visitaban les regalaba un libro…y que cuando vas a comprar un libro…te llevas tres. Desde aquí animo a comprar a los libreros de verdad, porque ellos se lo merecen, porque los libros son su pasión y su verdadero negocio. Hace un mes, mientras mi marido se paseaba por el mercado de una ciudad, yo me acerqué a la gran cadena de «librerías» a la que accedí tras pasar por una planta llena de productos informáticos y ante, mi estupor, otra repleta de aspiradores y secadores. No…los libreros de verdad no nos harán nunca esto.

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