Tenía el vago recuerdo de haber leído algo de esta autora y de que me pareció un auténtico tostón pero siempre digo que hay que dar segundas oportunidades y esta ha sido mi lectura en estos días. El detective de esta autora israelí se llama Michael Ohayon y , como es evidente en el título, en esta ocasión el asesinato se desarrolla en la ciudad de Jerusalén. A pesar de que no se trata de una novela corta precisamente, el cadáver aparece ya en las primeras líneas: se trata de una bella joven de ventidós años llamada Zahara Bashari cuyos padres eran de origen yemení. Las pesquisas comienzan en el barrio y allí Ohayon descubre las rencillas seculares entre los vecinos, sus odios y sus cotilleos. Mención aparte merece Nesia, una niña feúcha que observa todo mientras pasea por las calles a su perro y que sabe mucho al pasar tan desapercibida. La investigación va de una familia a otra, de ahí pasa a los años cincuenta, donde gran número de judíos llegaron de la diáspora. Aunque a veces el exceso de personajes y de nombres nubla un poco la trama me ha resultado muy interesante la explicación de los conflictos en Israel, porque, además de Palestina, cada judío procede de un pueblo distinto y resulta extremadamente complicada la convivencia. Además, insertar una especie de «culebrón» romántico en plena refriega criminal tiene su mérito.
Pingback: Y LA NOVIA CERRÓ LA PUERTA, Ronit Matalon (minúscula) | LEO CUANTO PUEDO