El tópico del Beatus Ille es bien conocido desde la antiguedad y viene a ser una loa a la vida retirada en el campo donde el escritor se retira y es feliz. En el s.XXI la autoficción de moda no podía dejar de depararnos un beatus ille en el que el escritor deja la gran urbe y los viajes exóticos y se va a Extremadura para dedicarse al pastoreo. Con episodios breves, que tienen al ventaja de poder leerse de modo independiente , vamos conociendo la vegetación, los animales y los hombres que esas tierras habitan. Se mezcla aquí lo poético con las reflexiones sobre la vida del campo (no siempre tan bucólica e idealizada como los clásicos del beatus ille) llenas de sentido común, de filosofía y de ese «Para y mira » (algo que no sea un aparato electrónico) que tanta falta nos hace al urbanita medio. Agradable lectura para retomar de vez en cuando en el que , por fin, he aprendido a distinguir churras de merinas. No hace falta ser un fan absoluto de la naturaleza para disfrutarlo y es que cuando un narrador te sabe atrapar explicando cómo mata a un mosquito…aquí está la madre del cordero.