Subtítulo: Cuando fuimos periodistas (2006-2011). Diario adictivo de este escritor/periodista del que leí muy a gusto Comimos y bebimos. Pues aquí seguimos comiendo y bebiendo y, además, trabajando como periodista en medios como la Gaceta (del grupo Intereconómía cuando lo que hacían era criticar a Zapatero con bastante éxito en un tipo de público). El autor va engarzando pensamientos, unos poéticos, otros más epicúreos relacionados con su placer por fumar, beber y comer en todo buen restaurante que pueda y , como comentarista parlamentario, atiza, sin el menor rubor, retratos de los políticos de entonces. He de decir que es altamente adictivo, si un párrafo no gusta se pasa al siguiente, que seguro que apetece más, y además, lo suele clavar. El estilo roza lo pedante pero nunca llega a caer en ello y demuestra una vasta cultura.
Tras la lectura me caben dos reflexiones: la primera es que en política todo pasa, de algunos de los que aquí se consideran ni nos acordamos. Como oráculo no tiene precio, pues nadie puso a Sánchez como sucesor de Zapatero. La segunda es una seria reflexión sobre si el mundo del pijerío de Madrid al que el autor pertenece con bastante naturalidad existe de verdad. Cuenta que sus hermanas se pelean por lo(s) piso(s) de Marbella (así, plural) pero que él, modesto como es, prefiere la finca de Extremadura. Una cita de las primeras páginas : vi con asombro que el Tercer Mundo es ese lugar donde el Moët lo cobran a precio de Dom Pérignon (p.59) y dice bastante del tono.
Ayer estuve con mis alumnos, después de un fin de semana con este libro. Saco la nariz de esta lectura y los observo, sobre todo a los chicos. Casi todos llevan pendiente, camisas jamás, son de camiseta/sudadera (que hace frío) , calzan botas (de monte de preferencia) y unos zapatos castellana como los de este hombre jamás en la vida… no digamos la corbata o la chaqueta que les es tan ajena como el Dom Pérignon (sospecho que son de Kalimotxo). Me acercan temblorosos el DNI para realizar el examen y me doy cuenta de que viven el el mismo país que Ignacio Peyró, pero no pueden ser más antagónicos los dos mundos. Por último, ya que no comparto la vida tan glamourosa con él, un guiño, yo también estudié Filología Románica, como él.
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