Como no puede ser menos, en clase suelo hablar de libros, en contrapartida, también soy el sujeto pasivo y me los recomiendan a mí. Este es uno de los que I. me habló con entusiasmo. Ya sé que ha recibido críticas muy positivas porque lo que tiene es que se trata de un libro diferente. En un verano caluroso y espeso en las islas Canarias, donde siempre está la amenaza del volcán (asunto profético) dos niñas pasan los días largos del estío. La narradora siente fascinación por Isora, deslenguada y huérfana a la que sigue a todas partes y con la que juega constantemente. En los albores de Internet , acuden a clases de informática, juegan con el Tamagochi y ven novelas en la tele con sus abuelas mientras consumen papas sin parar. También, cómo no, el despertar sexual que a mí personalmente me agota ya en grado máximo y cuyo número de hojas aquí y descripciones exhaustivas . Lo interesante es el lenguaje oral, muy a menudo fonético, plagado de de términos insulares pero que curiosamente se integran bien en el relato y no hacen que tengamos que acudir constantemente al diccionario.