Yoshinobu Mikami es policía desde hace muchos años, primero en investigación criminal y, ahora, en Relaciones con la prensa. Además, vive un drama doméstico porque su hija, Ayumi, ha desaparecido de casa y ni su mujer ni él saben nada de ella aunque han recibido varias llamadas telefónicas anónimas que alimentan su esperanza. La vida personal y profesional de Mikami no pasa por su mejor momento. Los periodistas boicotean a la policía porque esta no les da los datos sobre una conductora embarazada que ha tenido un accidente. A su vez, los jefes de la comisaría también presionan porque viene un jefazo de Tokio y hay que dar buena impresión. Para ello, envían a nuestro policía a que hable con Yoshio Amamiya para que acepte entrevistarse con un comisario. Amamiya es el padre de una niña que hace catorce años fue secuestrada y asesinada, el famoso caso 64 que sigue sin resolverse. Y así, nuestro héroe se pasa los días muy triste: en casa por la ausencia de su hija y en el trabajo con la adrenalina por los aires buscando conspiraciones, enfadándose con periodistas, insultando a jefes y desvelando lo mal que se llevó a cabo el caso 64. Literalmente agotador, todo repleto (obviamente) de nombres japoneses (al final, hay un glosario) , con la costumbre que dicen que es tan japonesa, es decir, darle vueltas a las cosas y saludarse con cortesía hasta llegar al meollo de la cuestión. Páginas y páginas de saludos y nombres, e indagaciones lentas, se nota que estamos acostumbrados al ritmo americano, porque a mí no se me ocurría denominar a esta novela de «ligerita» o «desengrasante».
SEIS CUATRO, Yokohama Hideo (Salamandra)
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