La narradora, Adah, nace en Nigeria tras la independencia del país, no se resigna a su papel secundario como mujer y se empeña, a pasar de las múltiples dificultades familiares a estudiar y a asistir a la escuela. Su sueño es vivir en el Reino Unido. Una vez acabados los estudios encuentra trabajo en la embajada americana, se casa con Francis (más por la necesidad de tener una dirección que por amor) y se convierte en una mujer independiente y respetada. Sin embargo , sigue empeñada en emigrar con sus hijos a la antigua metrópoli. Primeramente, Francis acude a Londres a estudiar contabilidad y posteriormente le sigue Adha con sus dos hijos pequeños. Allí todo cambia de modo radical , de vivir en buenas condiciones pasan a hacerlo en condiciones infrahumanas y no se les acepta porque son negros. Adha encuentra trabajo como bibliotecaria pero su marido colabora poco y la somete a malos tratos. Pero ella sigue luchando por sus hijos, por su familia y descubriendo la parte más negativa de la emigración, aunque siempre hay un rayo de esperanza y gente comprensiva que la ayuda. Dura lectura y tremendo el choque cultural entre África y Europa.
Menos mal que me he leído este libro después de la edulcorada Librería del señor Livinsgtone porque estaba a punto de hacer las maletas para emigrar a Londres, donde los policías son apuestos, la lluvia hermosa y todas las caseras son acogedoras abuelitas sonrientes y dispuestas a acoger al que viene de fuera. Esta versión tan cruda me parece mucho más realista.
LEO CUANTO PUEDO 