En un restaurante clásico en Oslo, el camarero que allí trabaja narra su día a día durante una semana. Primero describe el local con su sabor decimonónico, cocina francesa e historia. Según van entrando los comensales, cada uno con sus costumbres, manías y hábitos, el narrador va realizando su trabajo mientras escucha sus conversaciones a la vez que toma la comandas, sirve bebidas y acondiciona las mesas. Siempre profesional y discreto, aunque nada le impide analizar la vestimenta de los clientes y fabular sobre sus relaciones. Aparece El Cerdo, hombre de negocios acompañado por una misteriosa y atractiva damisela, Edgar con su hija Ana, que hace los deberes en las mesas o una viuda solitaria que disfruta de los postres. Sus compañeros de trabajo también merecen unas líneas: el orondo cocinero, la barman, el Metre etc… Lo curioso es el tono: ni irónico ni excesivamente descriptivo, yo diría que inquietante y claustrofóbico. Curiosa lectura.