Autora poco difundida en España a pesar de haber ganado el premio Nobel en 1926. Ahora tenemos mayor acceso a su obra ya que muchas editoriales han empezado a reeditarla. Como gran parte de sus novelas La hiedra transcurre en la agreste Cerdeña de principios del s. XX. Una familia noble empobrecida, los Decherchi lucha por salir adelante. El hijo de la familia, Paulu, se dedica a pedir préstamos para poder sobrevivir y no tener que vender su casa. Dos viejos habitan también en la casa, Ziu Simone cuyo lema es : Deja pasar treinta días cada mes y ziu Zua, inválido , enfermo y gruñón del que todos esperan heredar algo. Annessa fue acogida cuando era pequeña y se quedó sola en el mundo, atiende a la familia con fervor y, ¡cómo no!, está enamorada de Paulu. Tras un terrible acontecimiento huye de la casa y el sentimiento de culpa la hace sumamente infeliz. Historia desgarradora, con los sentimientos meridionales a flor de piel que ha dado mucho de sí en un debate encendido en el que hemos podido degustar un menú italiano: embutidos, polpettone y tiramisú. Como siempre mi marido/chef a los fogones y yo misma a animar la tertulia, que no hace mucha falta porque los comensales son excelentes alumnos dispuestos a aportar todo tipo de opiniones reflexivas y de gran nivel.
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LA MAESTRA Y LA BESTIA, Imma Monsó (Anagrama)
No soy muy objetiva con esta autora, he leído toda su bibliografía y siempre, como lo hace esta vez, me atrapa. La historia es compleja en sí pero llevada con maestría, como siempre. A principios de los años 60 una joven maestra, Severina, se desplaza a Dusa, un pueblo en el Pirineo catalán bastante aislado. Con ese destino ella quiere cumplir tres sueños: tocar la nieve, tener casa propia y ser de un pueblo. No todos se cumplen en un ambiente tan cerrado como el de Dusa donde los chismorreos sobre la joven, siempre ensimismada, sonriente pero tímida y, encima amiga de Simeón, apodado «la Bestia», no hacen que los habitantes del pueblo se encariñen con ella. La guerra civil y la militancia antifranquista también forman parte de la historia, aunque siempre desde la visión algo ensoñadora de la maestra. Se retraza asimismo su vida anterior como hija única, escolarizada en casa y con unos progenitores amorosos pero bastante herméticos respecto a sus vidas profesionales. Su mirada ante el mundo es a menudo atónita pero siempre reflexiva y coherente, no hay grandes acontecimientos ni sobresaltos (alguno sí) pero la narrativa se sostiene de modo admirable con citas que retomo:
Una con la que no puedo sentirme más identificada:
La otra actividad que practicaba con avidez era la lectura. Desde siempre, leía de forma compulsiva, casi enfermiza. «Como dice tu padre, una palabra vale más que mil imágenes», decía Simona. Y aunque nunca oyó a su padre decir tal cosa, lo cierto es que predicaba con el ejemplo: las palabras, nunca las malgastaba. También la madre estaba marcada a fuego por la importancia que concedía a la palabra escrita. Lo atribuía a su educación republicana, en un tiempo en que el analfabetismo era casi la norma. Decía frases solemnes como, por ejemplo, «Leer nos hace grandes» o «Leer nos preserva de la podredumbre». O frases pragmáticas, como por ejemplo: «Leer es gratis», porque lo cierto es que en casa tenían poco más de un centenar de libros y siempre releían los mismos. También se atrevía con pronósticos personalizados: «Leer te hará libre, sabia, rica y feliz», le decía a su hija. De modo que cualquier pedazo de texto actuaba como un imán irresistible para la futura maestra de Dusa. A Severina le daba lo mismo un libro gordo que la pizarra de un bar con los platos del día. Si veía una hoja en el suelo, un anuncio[…] (p.10-11)
y otra que refleja perfectamente la actitud de la protagonista ante el mundo:
“¿Estás bien?», preguntó Justa. No, no estaba bien. «Sabiendo lo que ahora sé sobre la capacidad que tenemos los humanos para hacernos daño, no se me ocurre cómo podría volver a ser feliz ni un solo instante», dijo. «¡No seas boba!» Justa le apretó la mano afectuosamente y dijo: «Entre mantener los ojos abiertos todo el tiempo y mirar solo hacia dentro como te gusta, encontrarás el término medio». Severina se acordaría siempre de estas palabras y pasaría muchos años buscando el término medio. Allá adonde iba, no hacía otra cosa que buscarlo. A veces lo hallaba, pero en cuanto se despistaba un poco, ya había volado. El término medio.” (p. 285)
MANUAL DE REMEDIOS LITERARIOS, Ella Berthoud, & Susan Elderkin (Siruela, Círculo de lectores)
Con el subtítulo de Cómo curarnos con libros este diccionario literario hará las delicias de los lectores voraces, porque hay mucho que leer y muchas listas en las que apuntar sugerencias y de los lectores más perezosos, porque cada capítulo se puede leer como una pildorita literaria mínima. El orden es alfabético y aborda todo estado de ánimo o situación que el posible lector padezca: desde una alergia al polen hasta la indecisión, pasando por la vejez, el pavor al lunes por la mañana o una ruptura sentimental. Cada una de las entradas propone un o o varios libros que se podrán adaptar a lo deseado por el lector. Los comentarios son bastante divertidos, con cierto humor británico. La única pega que es que hay excesiva literatura anglosajona, pero es que una de las entradas se titula: Té, necesidad de, y solamente unas súbditas de Reino Unido colocarían esta frase. Además, varias páginas aportan sabios consejos sobre cómo aficionarse a la Ciencia Ficción (mea culpa) o dónde y cómo leer. Libro muy bien editado para regalar y tener en la estantería y así poder alimentar gozosas tardes de sofá con lecturas apasionantes, paseos por librerías y búsquedas en bibliotecas.
EL BAILE DE NATASHA, Orlando Figes (Taurus)
Ensayo erudito y sumamente bien construido sobre la historia cultural de Rusia. Se divide en ocho (8) capítulos: 1.La Rusia europea 2. Los hijos de 1812 3.¡Moscú! ¡Moscú! 4. El matrimonio campesino 5. En busca del alma rusa 6. Descendientes de Gengis Kan 7. Rusia a través de la lente soviética y, por último, 8. Rusia en el extranjero y consta de más de setecientas páginas. Aquí se toma la cultura en sentido amplio repasando literatos, músicos, pintores, arquitectos, escultores, poetas e incluso bailarines. Cada uno situado en su época (zarista, decembrista, revolucionaria, soviética o exiliada) y con sus contribuciones a la cultura de Rusia. Lo mismo se describen obras arquitectónicas que se repasan obras magnas de la literatura rusa o se citan poemas. Entre otros temas, el ensayo comienza con San Petersburgo con su épica construcción, su contraposición con la vida burguesa de Moscú, la progresiva introducción de la lengua rusa como elemento literario (Pushkin), la colonización de Asia etc… No solamente se trata de un libro extremadamente académico y bien escrito si no que el ritmo narrativo es trepidante. Como siempre, la realidad supera la ficción y nos hace ver que la historia bien contada es apasionante. Detrás de de cada uno los acontecimientos que aquí se narran se pueden dar cientos de película o, mejor, diría yo, para series de varias temporadas . Dan ganas de aprender de todo ¿qué pasó con las sinfonías que Shostakovich creó en el sitiado Leningrado; ¿cómo suena?: ganas de leer o releer a Chéjov, Tolstoi o Dostoievski para entenderlo mejor. Puede ser una idea leerlo por capítulos entremezclado con otras lecturas un poco más ligeras.
LAURUS, Evgueni Vodolazkin (Armaenia)
Aunque escrita en el s.XXI esta novela es rusa a más no poder. A finales del s. XV en la Rusia profunda un niño, Arsénij, es dejado en manos de su abuelo, Xristofor, curandero que le enseña todo lo que sabe. Aislado en su isba y ya solo Arsénij se dedica a ejercer de médico y a rezar hasta que aparece una joven, Ustina, de la que nuestro joven se enamora perdidamente. Tras un drama abandona su tierra y vaga por la estepa para purgar lo que él cree su culpa. Va pasando por diversas ciudades ejerciendo sus poderes sanadores e incluso, enfrentándose a varias epidemias de peste. En un momento dado, se dedica a vivir como un eremita , un loco de Dios aceptado por todos habitantes de la ciudad. Posteriormente se embarca en una peregrinación a Jerusalén y acaba sus días como monje en un monasterio. Psicología intensa, frío no menos intenso y sentimiento religioso y místico al más alto grado. Se nota que el autor es experto de la época porque hila fantásticamente todas las características sociales y el espirituales del medievo. Gran novela historío -psicológica con unos personajes profundos y atormentados como solo los rusos saben serlo.
UNA HISTORIA DE LA LECTURA, Alberto Manguel (Lumen)
Tras el éxito inesperado y bien merecido de El infinito en un junco de Irene Vallejo, a una siempre le quedan ganas de leer libros sobre la lectura y disfrutar, como lo hice en su momento con lecturas como Como una novela, de Daniel Pennac. Divido en varios capítulos en las casi seiscientas páginas se da una visión del libro como objeto, su evolución histórica, sobre los diferentes tipos de lectores, sobre las relaciones del propio autor y de otros escritores con los libros, sobre las lecturas prohibidas, escuchadas o impuestas; de cómo se ha considerado la lectura a través de la historia, e incluso un apartado dedicado a los anteojos.Se citan aquí a muchos autores de todas las épocas y nacionalidades de un modo muy asequible, y así la erudición de la que hace gala el autor no abruma al lector, es más, le impulsa a seguir leyendo a los autores que todavía no han caído en sus manos. Merece la pena, además, hacerse con esta edición que pesa bastante porque está repleta de imágenes de todas las épocas en la escultura, la pintura o la fotografía y que ilustran perfectamente el contenido. Como el tema es infinito, me he quedado con ganas de más, pero yo seguiré leyendo.
La primera edición es de 1996. Me queda la duda sobre qué le parece al autor la moda decorativa (que a mí me parece absurda) de colocar los libros en las estanterías sin que se vean el lomo… ¿para qué? .
EL ARDOR DE LA SANGRE, Irène Némirovsky (Salamandra)
La historia se sitúa en los años treinta del s.XX en un pueblo francés, en el medio de la nada en el que parece que nunca pasa nada y que la vida transcurre de modo apacible y sin sobresaltos. Claro que bajo las apariencias se esconden grandes pasiones. El narrador es Sylvain, un anciano solterón que vive aislado y que recibe la visita de sus primos: Hélène y François Érard, encantados de comunicarle que su hija Colette se va a casar con el bueno de Jean, el propietario del molino. Dos años después de la boda, él fallece en un accidente. Aflora tras ello todo lo que ha permanecido oculto y solo sospechado durante muchos años. Excelentes descripciones el mundo rural donde cada uno vive y trabaja encerrado en su casa, pero pendiente de todo lo demás. Es el arte de contar bien lo que bajo otra pluma hubiera sido un culebrón totalmente previsible. Además, esta novela corta fue descubierta ya en el s.XXI junto con los manuscritos de Suite francesa. Como siempre, Némirovsky es breve , intensa y desasosegante.
EL FULGOR Y LA SANGRE, Ignacio Aldecoa (Planeta)
Clásico del año 1954. Castilla, verano. El sol cae a plomo en un castillo donde se encuentra un cuartel de la guardia civil. De repente, una llamada: han herido a uno de los nuestros. Los guardias que están en el cuartel, Ruipérez y Pedro Sánchez, se lo comunican a sus mujeres : Sonsoles y Felisa. Van pasando las horas, va aumentando la angustia. Las mujeres de los otros guardias reciben la noticia: María, Ernesta y Carmen, no saben todavía quién ha sido el caído. Mientras tanto, el tiempo se detiene y en una analepsis (o sea, un flash back para los modernos) describe la vida la las cinco mujeres: entornos rurales (Sonsoles y Ernesta) o urbanos (Carmen, María y Felisa) , vidas sencillas, rotas por la guerra civil y recompuestas en la vida cotidiana tras en matrimonio con un miembro de la benemérita. Un clásico que merece la pena releer por su estilo impecable y su magistral desarrollo del tiempo.
Este fue el libro elegido para la lectura en el txoko literario. El chef (mi marido ) se arrancó con huevos, patatas, y morcilla, claro que a uno le pude hacer pensar en un menú de posguerra, pero que como dice él es alta cocina: pinchos de huevos con patatas (por cocinero vitoriano, como Aldecoa), tortilla 2.0, bombones de morcilla y tarta de queso. Como siempre muy interesante el coloquio. Una salvedad, a pesar de contar con medios electrónicos a los forofos de leer en papel les costó mucho encontrar el libro…¿por qué no tenemos en este país estas colecciones de clásicos como los franceses – Folio o J’ai lu– que permiten un fondo bibliográfico «con fundamento»?
LA INQUILINA DE WILDFELL HALL, Anne Brönte (Alba Editorial)
En la Inglaterra victoriana, una joven madre llega a habitar Wildflell Hall, en lo que parece una población rural apacible. Enseguida, todas las fuerzas vivas del pueblo se ponen a organizar veladas en sus mansiones para conocer a Helen, o la señora Graham, que viene acompañada de su pequeño Arthur. Allí son todo suposiciones sobre la vida pasada de la discreta dama que se dedica a pintar y pasar sus días alejada del mundanal ruido. Gilbert Markham es un joven propietario que se dedica sus tierras y que se encuentra con la señora Graham en su casa y en los paseos por el páramo gracias a su hermana Rose. Pronto se enamora de ella y odia profundamente a Lawrence, otro caballero que la vista con frecuencia. Ella lo rechaza con prontitud pero le entrega su diario en el que le cuenta su desdichada vida marital, con lo cual su amor es imposible. Lo tiene todo de la la época: cenas, tés, bailes y, sobre todo una perfecta anatomía del ser humano, por eso es un clásico. Clásico porque siempre hay gente que se enamora de un indeseable, clásico porque los cotilleos en los pueblos siguen sucediendo y además, como me decía mi tía G., esto es el Me Too de las victorianas.
LA SEMILLA DE LA BRUJA, Margaret Atwood (Lumen)
Varios eruditos han dedicado ríos de tinta a un tema como las «lecturas actualizantes», es decir, situar una obra clásica, escrita años o siglos atrás en la actualidad. Es lo que pretende este proyecto , invitando a insignes escritores a contextualizar la obra de Shakespeare en una época contemporánea. Atwood escoge aquí La tempestad en manos de Félix, un director de teatro jubilado prematuramente por las artimañas de un colaborador. Aburrido, solo y deprimido es contratado en el correccional para impartir clases de dramaturgia a los presos. Allí comenta las obras de Shakespeare, las representa y las emite en vídeo a un circuito cerrado. Cuando se entera de que sus antiguos enemigos , que ocupan puestos muy altos en el gobierno, van a acudir a ver su experimento, decide tramar una venganza basándose en La tempestad. Obra compleja porque se entremezcla el texto literario antiguo y la trama actual. Sin embargo, Atwood sale muy airosa del desafío consiguiendo que sepamos de qué trata la obra de teatro y de cómo se mueven los pintorescos personajes en prisión. Gran reto conseguido.