A veces nos vamos allende las fronteras para descubrir nuevos autores que nos agraden sin reparar que tenemos escritores de aquí que, por si fuera poco, trabajan en la misma «empresa» que una. Me lo recomendó, un amigo, J.C. en una cena y he de decir que he disfrutado mucho recorriendo estos diez cuentos plagados de cotidianidad y de reflexiones como: «Miguel era de esos taberneros avisados que ven pasar la vida desde la barra y se dedican, como por descuido, a interpretar el alma humana e investigar sus secretos accidentes» (p.19). Historias de amigos, de matrimonios usados por el tiempo, de soledad y de incomprensión. Unas acaban bien, otras mal, otras regular y otras dejan el final abierto porque la vida es así. Píldoras de vida familiar o laboral narradas con agilidad y un buen pulso narrativo.
No está de más añadir que el género de cuento es el idóneo para los encuentros familiares de estas fechas: una se pone en el rincón a leer y puede ir cuento a cuento participando en las conversaciones educadamente; aunque, como a una ya la conocen y saben que lo del libro no tiene remedio el familiar medio es comprensivo. También lo son las nuevas generaciones, un sobrino que acaba de descubrir el misterio de los regalos navideños, al ver unos libros infantiles y para que sus hermanos no se dieran cuenta me decía entre guiño y guiño de ojo: «tía, la de los los libros has sido tú»…pues sí.
LEO CUANTO PUEDO 