Aquí tenemos a Hernán Cortés y la conquista de Méjico narrada con prolijidad en una novela histórica tan larga que amenaza con no acabar. Comienza con la infancia de Hernán Cortés, primero en Extremadura (Medellín) y luego en Salamanca donde consigue el bachillerato. Después se va a Cuba (o la Española) a las islas recién descubiertas y su ardor le hace atravesar el mar para descubrir el reino de los aztecas. Ahí va creando ciudades, como Veracruz, y realizando pactos con los indios, que resultan poseer dioses crueles que arrancan los corazones de las víctimas. Moctezuma, el emperador supremo, resulta un digno rival al que Cortés respeta. Tenemos batallas sangrientas y la figura de Cortés como líder blandiendo la espada (he de confesar que en una pelea encarnizada con la wi-fi me imaginaba al héroe de la novela de esta semana atestando mandobles al módem). También historias de amor entre las princesas incas y los españoles, sobre todo Mallinali (Marina) que hizo que apodaran a Cortés, Malinche. Por último, toda la actividad conquistadora conllevaba la escritura de pliegos jurídicos y, como no puede ser menos, la convesrsión de los indios con un estupendo padre Olmedo que no puede ser mejor persona. Un fantástico complemento de muchísima más calidad que hace dos libros : Civilizaciones de Binet. Eso sí, lleva un rato, es largo, profuso y profundo.
EL DIOS DE LA LLUVIA LLORA SOBRE MÉJICO, Lazlo Passuth (El Aleph)
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